#150
Me despido hasta septiembre con refugio de inspiración mediterránea en el bosque mallorquín. Nos escapamos a una cabaña flotante en Francia y hacemos lista de deberes con lecturas para el verano.
Hola, saludos desde lo más profundo del bosque.
Julio. El año pasa volando. Este verano necesito un largo descanso de las cartitas y volcar toda esa energía en terminar mi proyecto cabañil (ya comenté a principios de año que ando metida en algo muy guay que pronto contaré). Así que, con la edición #150 me despido hasta septiembre. Como siempre, agradecer a las seis mil personas (madre mía, qué número de vértigo) que forman este club y leen cada semana estas historias sobre cabañas.
Mientras, la banda sonora cabañil estará en bucle aleatorio sonando de fondo y el archivo para leer mientras tomas el sol en la piscina o la playa —o el bosque—. Y si te escapas a alguna cabaña, sería estupendo que me lo cuentes (#elclubdelacabaña / @evamorell). Ah, y si te apetece hacerme alguna sugerencia o tienes ideas, escríbeme.
Empezamos.
Cuando pienso en el verano idílico pienso en Mallorca, en todos los veranos en los que he absorbido sus calas, su Mediterráneo, sus atardeceres, sus olores y sus bosques de pinos para bajar a bañarme a una playa escondida. Hace un par de años me encontré con un proyecto cabañil allí que nunca había publicado en la newsletter y que, ahora, es el momento perfecto.
La arquitecta Mariana de Delás firma un refugio muy costero, sostenible y totalmente off the grid. 12VoltRetreat es el primer caso de estudio (de muchos, esperemos) de su proyecto para conservar y acondicionar las antiguas casas de aperos para cazadores y pastores repartidas por la isla y construidas con marés —una roca de arenisca típica de las Baleares, que es el material de construcción, por ejemplo, de la Catedral de Mallorca—.
Al ser superficies muy pequeñas, de unos 20 metros cuadrados, muchas quedaron abandonadas con los años, pero mantienen su estructura intacta por la dureza de la fachada, encontrándose, en ocasiones, en paisajes espectaculares de la isla. Mariana restauró este refugio y lo reconvirtió, uniendo el interior con el exterior, aumentando la luz. 2monos Studio se encargó del mobiliario y de la fabricación de la ventana principal, que es la auténtica protagonista de esta cabaña costera, encajada hacia afuera y enmarcada en acero pintado de rojo, conectando de manera natural y minimalista las vistas con la vida dentro. El mobiliario está hecho a medida con materiales locales e inspirados en muebles tradicionales de la zona con un toque de color y texturas y estampados mallorquines. Todos fabricados a mano y adaptados a la vivienda.
La clave está en la sostenibilidad, al ser una casa desconectada, se ha pensado para ser autosuficiente e independiente, conectándose a una batería y a una experimental instalación móvil solar (en una carretilla), que alimentan de electricidad a la cabaña tanto para la luz, ventilación y agua. Esta idea de energía portable y desconectada abre un abanico de posibilidades para habitar de manera temporal o permanente el refugio respetando la naturaleza y reconectando al ser humano con el medio ambiente.
¿Una cabaña flotante en mitad de un lago? A mí me parece un planazo perfecto para el verano. En Francia, cerca de la frontera Suiza, se encuentran Cabanes des Grands Lacs, unas cabañas sostenibles fabricadas en madera que flotan en el agua o se encaraman en los árboles, aprovechando las vistas y pasando desapercibidas al visitante.
Están desconectadas del circuito eléctrico y el agua, lo que las convierte en la escapada perfecta para descansar, pero descansar de verdad.
Puedes reservar aquí.
Las beach hut de mediados de siglo eran cabañitas en todos los sentidos. Encontré esta foto en Tumblr. Desconozco la fuente y en qué país estaban, pero me ha encantado esa sensación de trasladar tu habitación propia a las casas de la playa.
Cabaña moderna en los Catskills busca dueño. Razón: Sotheby’s. Precio, $895.000, calderilla.
Verano es sinónimo de libros. Así que aquí va una lista de lecturas cabañiles para disfrutar en las vacaciones:
El reverso de la luz, Marina Bravo Clavero — Un poemario con la luz como protagonista, de lo que existe y no existe. Así empieza (y engancha): Observo la luz que atraviesa el árbol / y se posa en la hierba. Edita Cicely.
Hay un monstruo en el lago, Laura Fernández — Esta es la historia del monstruo del Lago Ness contada desde la escritura personal y como cuaderno de viaje de Laura Fernández por las Highlands escocesas, recorriendo las leyendas, fake news, los cazadores de monstruos y la fantasía que envuelve a Nessie. Edita Debate.
La expedición. Una historia de amor, Bea Uusma — Y como los veranos son la temporada alta de las novelas negras, un thriller novelado, basado en hechos reales, que resuelve toda una tragedia polar. En 1897, tres aventureros suecos parten en un globo aerostático con la intención de conquistar el Polo Norte. 33 años después, en una isla remota, sus cuerpos son encontrados sin vida, conservados bajo la nieve y el hielo. Edita Libros Menguantes.
En las manos, el paraíso quema, Pol Guasch — Esta es la historia de dos amigos de la infancia en un mundo apocalíptico, marcado por la extinción. Melancolía, amistad, historias, naturaleza, con una prosa fresca y singular que a mí, al menos, me ha enganchado. Edita Anagrama.
Si te apetece, puedes recomendar en comentarios tu libro para el verano, así entre todos, hacemos más grande nuestra biblioteca vacacional.
Nos leemos en septiembre. Mientras tanto, puedes seguirme por aquí, aquí, leerme aquí y escribirme si quieres.
Gracias por esta entrega por el rico compartir de libros (una de mis secciones favoritas), me los apunto.
Mi verano estará acompañado de La historia de los vertrebrados, de María García Puig, un relato de no ficción acerca de la maternidad y la locura.
Extrañaré muchísimo El club hasta septiembre. Un abrazo
Até setembro Eva. Um beijinho desde Lisboa 💋