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Volvemos con las pilas cargadas y una buena dosis de cabañas. Una cabaña a prueba de incendios en Australia, una flotante en Suecia que es un flechazo. La historia de los jardines más bellos y más.
Hola, saludos desde lo más profundo del bosque.
Ay, qué ganas tenía de decir esto y qué ganas de volver. Este ha debido de ser el verano más largo de mi vida. El calor lo hace todo más pesado y más lento; claro, yo que soy una persona de inviernos y rutinas, los meses de julio y agosto son verdaderos dramas de aburrimiento y tedio, con horas largas y demasiado tiempo libre. Eso y que no he podido irme de vacaciones (aún).
Doy la bienvenida a todos los que habéis caído por aquí nuevos, espero que disfrutéis del club. También gracias por rellenar esas encuestas que os asaltaron a mitad del descanso veraniego y con las que estoy preparando muchas novedades y muy chulas para vosotros de cara a este otoño.
Pero no me entretengo más que sé que queréis cabañas, así que empezamos.
Abrimos fuerte la temporada con una cabaña que es perfecta para terminar el verano y que grita a voces nostalgia por el mar y la montaña. Como siempre, en Australia son pioneros en crear necesidades cabañiles y claro, no he podido resistirme a compartir el refugio de Jack Everitt, un arquitecto especializado en idear casas pensadas para el surf y la naturaleza.
Dividida en cuatro niveles, tiene vistas tanto al mar como al monte y se encuentra en Lorne, uno de los lugares obligados para el surf mundial si visitas Australia. Junto al estudio de arquitectos Josh Crosbie Architects, diseñaron una vivienda responsable con el medio y protegida de los incendios, ya que es una zona muy propensa al fuego.
En una parcela algo escarpada y empinada, la casa se sitúa en altura y orientada al sur, favoreciendo las vistas al océano y la entrada de sol, de manera que capta luz y calor, manteniendo la temperatura agradable durante todo el año.
El refugio es como una especie de caja negra, forrada de acero negro incombustible, en medio de la arboleda, de diseño sencillo y formas angulares que se adaptan al tamaño de la vegetación, adaptándose así al paisaje. El interior, al contrario, es totalmente cálido y luminoso, gracias a la madera local. En la planta de arriba, los dormitorios se han diseñado para que imiten la sensación de estar encima de una casa de árbol, colocando las ventanas entre las ramas y copas de los eucaliptos. Y es algo que me ha encantado.
Este verano he descubierto el que quiero que sea mi próximo retiro cabañil, un alojamiento rural de madera con toques japoneses en el corazón de Portugal. La Quinta Japonesa son seis cabañas que se encuentran en el pueblo de Caldas da Rainha (que también tiene un famoso balneario), entre Lisboa y Coimbra, en una zona natural única, llena de manzanos y perales. Cerca de la playa, de la montaña y de la ciudad, ¡qué más se puede pedir! Además, son una escapada perfecta para ir con niños.
Recuerda que puedes explorar en este mapa todas las escapadas que se han ido añadiendo a la newsletter, para que puedas encontrar tu próximo destino cabañil
Alexandre Calame, Swiss Landscape, (1830). Óleo sobre lienzo.
Así es pasar la noche en el refugio de montaña más alto de los Alpes. Capanna Margherita se encuentra en Punta Gnifetti a más de 4000 metros de altura. Toda una experiencia y unas vistas únicas de la montaña:
Por si una cabaña no fuera suficiente, te regalo otra, porque llevo todo el verano soñado con esta pequeña cabaña flotante en Suecia. Su dueña es Anna Starrén, una diseñadora florista sueca que, además, ha restaurado una antigua villa de principios de siglo XX impresionante. Esta casita flotante era la excusa perfecta para explorar el lago que había cerca de su casa. Mide unos 12 metros cuadrados (perfecto, para qué más) y la construyeron totalmente a mano. Una fantasía con la que llevo obsesionada semanas.
Un libro no nace cuando empieza a escribirse, sino cuando empieza a vivirse eso que vamos a querer dejar en el papel. Autorretrato en el jardín se gestó desde aquel antejardín de mi infancia, donde jugaba a hacer tortas de tierra y donde enterré a mis palomas. Pero ahí se quedó dormido. Durante mi vida iría coleccionando, sin saber, memorias del jardín de mi madre, de cada ciudad a la que visitaba, de los domingos donde mi suegra, de cada libro que leía en el que un paraíso en verde era necesario para contar algo.
Estas palabras son de Juliana Muñoz Toro, una de las primeras lectoras que tuvo esta newsletter y que es un amor. Pero Juliana, además de ser enamorada de las cabañas y de la naturaleza, también es escritora. Y este verano ha publicado su primer libro, con Tusquets. Autorretrato en el Jardín cuenta su conexión con los jardines, como reflejo de su vida, haciendo un recorrido por jardines históricos, imaginarios o literarios. Un ensayo novelado de amor a la naturaleza más cotidiana que tenemos a nuestro alrededor.
Lo empecé hace unos días y estoy absolutamente fascinada con todo lo que cuenta, y con su escritura y la cantidad de curiosidades que estoy descubriendo.
Juliana me ha facilitado un par de enlaces por si te interesa comprarlo. Por Buscalibre en formato físico y aquí la versión ebook. También en Planeta de Libros.
Esta semana parece que empieza a respirarse de verdad el final de verano. Sea o no cosa de ese temporal que se supone que entra hoy, se agradece volver a dormir tapada por las noches. Y por eso, no puedo dejar de mirar mantas gustosas de esas que gritan frío e invierno a los cuatro vientos.
Las mantas Ezcaray tienen mucha historia detrás, ya que nacieron en la década de 1930. Hechas en España (en La Rioja) de manera artesanal, de mohair y lana, sus colecciones están llenas de color y son reconocidas internacionalmente.
Puedes comprarlas en Genunine, mi nueva tienda favorita.
Algunas notas de la edición de hoy:
La cabaña de portada está en Nueva York. La encontré via @cabinporn.
Recuerda que puedes leer los últimos tres meses del archivo cabañil por aquí. Si estás suscrito a la versión pro, lo podrás ver desde el principio.