El cuestionario cabañil: Laura Agustí
El paraíso perfecto de Laura está en Nevà, con sus gatas y un buen libro.
Laura y yo nos conocemos desde hace catorce o quince años, cuando aún ella trabajaba al mundo del interiorismo. Viví con emoción su salto a la piscina para dedicarse 100% a la ilustración y sigo viviendo, con esa misma emoción, cada uno de sus logros. Es una de las personas que me gusta tener cerca, porque es familia. Siempre pienso que podría ser un personaje perfecto para Las Chicas Gilmore, porque habla a 1.5x y sabe de muchas cosas, lo cuenta todo con pasión y sabiduría. Y, me encanta su amor por los gatos, su eterno Øye y sus queridas ancianitas Señora y Petrusca (la gata que todos queremos robar cuando vamos a su casa).
¿Tu cabaña perfecta estaría en la montaña o en el mar? ¿Por qué?
Mi cabaña ideal estaría en la montaña, en concreto en un pueblecito del Ripollés llamado Nevà.
¿Cómo sería?
Con un bosque detrás y unas vistas eternas a las maravillosas montañas de los Pirineos. Fabricada lo más sostenible posible, de madera, muy cálida, con grandes ventanales, no muy grande pero con un porche para pasar largas horas leyendo.
¿Cuál es ese momento en el que desconectas del día y que es más ‘cabaña’ para ti?
Desde hace poco estoy intentado parar después de comer para leer un ratito. Antes comía delante del ordenador en diez minutos y seguía trabajando, ahora estoy disfrutando de ese tiempo que me permito durante el día para poder desconectar un poco.
¿Qué no podría faltar nunca en tu cabaña?
Mucho libros, unas acuarelas y papel para poder pintar y un chailatte.
Un libro para leer por la tardes en el porche
Hamnet de Maggie O’Farrell.
¿Qué canción o qué grupo sonaría siempre?
El disco Stereo Mind Game de Daughter.
Un hotel cabañil o una cabaña a la que harías una escapada sin dudarlo.
A la casa de mis sueños.
Esta preciosa cabaña en actuarela que pintó Laura está en mi casa desde hace un año, y me acompaña siempre en mi mesita de noche.
Sobre la cabaña a la que Laura se escaparía con los ojos cerrados, podéis leer más aquí:
Estas han sido mis obsesiones en Instagram este mes. Tres cabañas que respiran otoño por todas partes, chimenea encendida y una buena taza de té humeante. Una belleza sostenible de madera en Nueva Zelanda donde el día no termina. Un pequeño estudio de desconexión en los bosques de Nueva York. Y las brutales vistas y paseo al bosque desde un cottage.
Esta cabaña se construyó en 1940 y probablemente sea una de las más bonitas de todo el estado de Nueva York. Tiene esa inspiración hygge en su interior y hasta una casa en el árbol. En su día fue un refugio de caza, pero su propietario, un artista danés, la reconvirtió en una cabaña acogedora.
Está a la venta por 950.000 dólares (¿una ganga?, para una lotería, tal vez).
Gracias por leer y disfrutar de un rato de desconexión en tu día. Nos leemos el jueves en una nueva edición de El Club de la cabaña.