El cuestionario cabañil: Jesús Terrés
Terrés se enfrenta al primer cuestionario de El Club de la cabaña. Montaña, mar, petricor, un buen café, queso suizo y mantas de mohair. Además, mis obsesiones de Instagram y una cabaña en venta.
Hola, saludos desde lo más profundo del bosque.
Hoy inauguramos nueva sección para el club premium. Gracias por suscribiros, me encanta que podáis formar parte de esta pequeña comunidad amante de la cultura de cabañas. A partir de ahora, el primer domingo de mes tendremos un invitado que responderá a un cuestionario cabañil, y estoy muy contenta con todos los que están participando en él.
Esta primera edición es en abierto para todos los que estáis suscritos al boletín, si quieres seguir recibiéndola una vez al mes y ver a nuestros invitados cabañiles, puedes cambiar tu tipo de suscripción. De corazón, siempre gracias por el amor y el apoyo a mi trabajo que le dais cada jueves y cada domingo todos y cada uno de vosotros:
Jesús Terrés casi no tiene presentación, su nombre es sinónimo de hedonismo, hoteles bonitos, largas conversaciones de sobremesa y un buen vino frente al mar. Periodista y escritor, sabe hablar como nadie sobre la belleza y los placeres más bonitos de la vida. Después de desplegar su delicada literatura con su blog Nada Importa, que se convirtió en libro unos años más tarde, este año ha publicado su primera novela, Buscaba la belleza, un recorrido vital y un viaje emocional sobre la vida, la paternidad, el amor y la felicidad.
Además, Jesús forma parte del club cabañil desde los inicios, así que claro, tenía que ser él quien inaugurara esta nueva sección.
¿Tu cabaña perfecta estaría en la montaña o en el mar? ¿Por qué?
Buah, qué difícil. Pues a lo mejor te diría montaña en verano y frente al mar en invierno. Ajá, le he dado la vuelta al calcetín. La vida casi siempre es mejor cuando lo haces.
¿Cómo sería?
La imagino no muy grande. Un porche bonito (frente al bosque) es imprescindible. Los colores del otoño. Petricor. Botas de agua color verde carruaje cuidadosamente colocadas en la entrada. Supongo que estoy imaginando un chalet suizo.
¿Cuál es ese momento en el que desconectas del día y que es más ‘cabaña’ para ti?
El desayuno, sin ningún lugar a dudas —casi siempre antes del amanecer.
¿Qué no podría faltar nunca en tu cabaña?
Madera vieja, buen café (de filtro), chimenea siempre encendida, Laura, el ronroneo de los gatos, mantas de mohair, queso suizo, Borgoñas en la alacena, cientos de libros por leer.
Un libro para leer por la tardes en el porche
El Reino de Carrère.
¿Qué canción o qué grupo sonaría siempre?
Automatic for the people de R.E.M. en repeat.
Un hotel cabañil o una cabaña a la que harías una escapada sin dudarlo.
Apina Gstaad.
Notas sobre su entrevista:
Apina Gstaad es uno de esos lugares de los que nunca querrías volver. Un hotel de lujo en el corazón de los Alpes suizos que une gastronomía, tranquilidad y paisaje con la sostenibilidad y ecología. Cuentan con la certificación sostenible oro de EarthCheck, una de las más prestigiosas del mundo. Este compromiso se nota a la hora de vivir la experiencia dentro y fuera de sus puertas.
El pequeño hotel abrió sus puertas en 2012 y cuenta solo con 56 habitaciones. Se sitúa en la ladera de una colina y cuenta con una bodega de más de 1700 vinos y restaurantes con estrellas Michelin. Toda una experiencia para un verdadero capricho.
Estas han sido mis obsesiones en Instagram este mes. Una cabaña roja que, en realidad, me lleva obsesionando varios años, probablemente mi cabaña ideal tendría la fachada pintada de ese color. Un clásico en forma de A que se pierde en la nieve y que solo te hace pensar en una buena chimenea encendida en su interior. Un refugio brutalista que es una absoluta delicia de texturas, luz y materiales.
Y para crearos una necesidad, una vez al mes, una cabaña en venta por si nos toca una lotería de Navidad o un Euromillón, o quién sabe, una buena herencia. Por un millón de euros se vende esta cabaña en Darly, Escocia, que fue diseñada por Simon Winstanley en 2009 y galardonada con el premio RIBA (uno de los más importantes de arquitectura).
Es sostenible, con una baja huella de carbono y construida de manera vanguardista, para salvaguardar la fauna y flora, y aprovechar el terreno hacia las espectaculares vistas.
Un caramelo, por supuesto.
Gracias por leer y disfrutar de un rato de desconexión en tu día. Nos leemos el jueves en una nueva edición de El Club de la cabaña.