El cuestionario cabañil: Enric Sánchez
A Enric le gustan los clásicos: una cabaña en la montaña junto a un buen fuego y un jersey de lana, y romper la rutina en un château.
Enric y yo nos pusimos cara hace unos meses y quedamos para desayunar en una de nuestras cafeterías favoritas de Barcelona. El desayuno se convirtió en comida y en echar el día charlando y arreglando el mundo. Es de esas personas con las que podrías hablar durante horas y que parezca que os conocéis detodalavida. Nuestra última obsesión es irnos a un château de esos franceses que son una fantasía. Le puedes escuchar en su pódcast Vidas Contadas:
y descubrir las historias más curiosas e interesantes de personas con vidas extraordinarias. También puedes leerle cada sábado por la mañana en su newsletter, un pequeño diario de pensamientos e ideas.
¿Tu cabaña perfecta estaría en la montaña o en el mar? ¿Por qué?
Mi cabaña perfecta estaría en la montaña. De hecho, la propia palabra "cabaña" me lleva a la montaña. Nunca la llamaría cabaña si estuviera en el mar. Una cabaña me hace pensar en refugio, en bosque, en madera, en frío, en lluvia, en árboles fuera, en chimenea, en chocolate caliente, en juegos de mesa, en jersey de lana y en sofá cómodo.
¿Cómo sería?
Sería una casita de madera perdida en la montaña, sin vecinos, en un lugar donde haga mucho frío en invierno y calor en verano. Un sitio no muy grande, pero cómodo. Con un salón amplio, un sofá tremendamente gustoso y varias habitaciones, para poder ir con amigos. En la habitación principal me gustaría una de esas ventanas en el techo desde la que se pueda ver el cielo. Me imagino las mañanas disfrutando de un buen libro al sol, en una terraza que no se sepa muy bien dónde termina y dónde empieza el bosque, recolectando troncos para prender la chimenea. Y por la tarde, risas dentro con el crujir del fuego de fondo y cenas con sobremesas eternas, de esas que terminan de madrugada con alguien dormido en la mesa.
¿Cuál es ese momento en el que desconectas del día y que es más ‘cabaña’ para ti?
Es un momento que no puedo disfrutar siempre porque solo aparece cuando tengo insomnio. Hay veces que me levanto a las 4:30 o 5 de la mañana y mi cuerpo ya me avisa de que no va a haber segunda parte. Entonces me levanto y disfruto de ese silencio absoluto que solo tiene la madrugada. Escribir de noche, con poca luz, cuando sabes que la mayoría aún duerme, el móvil no suena y tienes la extraña sensación de que todo es posible, es un momento de mucha paz para mí. Y, a veces, si puedo, cuando comienza el día y el ruido, me vuelvo a la cama a dormir una horita más.
¿Qué no podría faltar nunca en tu cabaña?
Una mesa grande, un sofá cómodo, una chimenea bonita, el perro que no tengo, utensilios de cocina rústicos, grandes ventanas y un buen café.
Un libro para leer por las tardes en el porche.
La vida lenta de Josep Pla. El diario de varios años que escribió en una etapa tranquila, donde parecía que no pasaba nada y, en cambio, le iba pasando la vida. Porque creo que ese sería mi mood en la cabaña. Además, es de esos libros que nunca quieres acabar y vas leyendo a fuego lento, entre siesta y siesta.
¿Qué canción o qué grupo sonaría siempre?
Creo que en invierno me dejaría llevar por la melancolía del jazz y en verano recuperaría grandes clásicos de la música italiana, al más puro estilo Ripley.
Casi puedo ver la escena en la que suena Il cielo in una stanza de Mina a todo volumen mientras preparo la comida con todas las puertas abiertas y el sol reflejándose en una esquina del comedor.
Un hotel cabañil o una cabaña a la que harías una escapada sin dudarlo
Quizá es lo contrario al concepto cabaña, pero me encantaría pasar algunos días en un castillo. Uno tipo Palacio de Versalles, con sus techos infinitos, sus grandes columnas, sus paredes rococó, y alfombras por todos lados. Con mesas llenas de candelabros, lámparas imposibles, tazas de porcelana y amplios jardines por los que pasearse en batín. Eso hay que hacerlo, al menos una vez, antes de morir.
Estoy muy obsesionada con esta casa-cabaña que antiguamente fue una central telefónica rural y que, además, es bastante aceptable de precio: 230.000 libras —yo prefiero invertirlo aquí antes que en un piso en la ciudad—.
Se encuentra enclavada en una colina en Northumberland, al nordeste de Reino Unido, una zona de paisajes típicos de la campiña inglesa que te dejan sin habla. Diseñada por Greatespace, sigue una filosofía altamente ecológica y sostenible, aprovechando al máximo la luz y el espacio para convertirla en la casita perfecta para desconectar de la ciudad.
A la venta en The Modern House.
Espero que hayas disfrutado de esta edición del cuestionario cabañil. Nos volvemos a encontrar el próximo jueves en una nueva historia de El Club de la cabaña. Si te apetece contarme algo puedes escribirme. También puedes leer las entrevistas anteriores en el archivo.
He “viajado” con este post. 💚
¡Compro lo del castillo!