El cuestionario cabañil: Beatriz Serrano
Bea tiene muy claro que su cabaña está en el Mediterráneo, con el sonido del mar, una vida ociosa y muchos libros.
A Beatriz la leí por primera vez hace unos años, cuando empezaba a escribir en Buzzfeed España, y desde entonces, no he dejado de leerla, escucharla y verla. La he admirado profesionalmente incluso antes de ponernos cara las dos. Y claro, ahora que nos conocemos es inevitable ser su fan. Lleva a Alfafar en sus venas, y me encanta compartir con ella el amor-odio de crecer en una pequeño municipio feo y turístico, pero del que nunca te puedes desenganchar.
Su esencia más periodística existe en El País, donde hace temas tan fantásticos como este. La más hater (que me encanta) coexiste junto a Guillermo Alonso en Arsénico Caviar. Y la literaria, que acaba de estrenar, la lleva en El descontento, que ya va por la segunda edición y que, sin duda, es una de mis novelas de 2023, y seguro que la de muchos.
¿Tu cabaña perfecta estaría en la montaña o en el mar? ¿Por qué?
Me gustaría que fuera una casita frente al mar. Me he criado a orillas del Mediterráneo, así que soy una de esas personas que consiguen bajar el ritmo de sus pulsaciones con solo escuchar el murmullo de las olas a través de una ventana abierta. Si pienso en paz, el mar debe estar cerca.
¿Cómo sería?
Una casa mediterránea, sin lugar a dudas, quizás inspirada en el estilo de veraneo de Cadaqués o Ibiza en los años 60 y 70. Blanca, ancha, abierta, con muchos espacios para reunión y camitas o camastros donde pudieran quedarse los invitados, incluso aquellos que llegasen a última hora y por sorpresa. Techos altos, vigas de madera a la vista y un interior que siempre estuviera un tanto desordenado, porque en un lugar de relajación el orden debe mantenerse a raya. Lo mejor, sin duda, sería el patio, con una gran mesa de madera para las largas sobremesas a la sombra de una parra, alguna tumbona a lo lejos para quien quiera echarse la siesta. También me gustaría tener algunos árboles frutales. Un limonero, seguro. Y una higuera. Mi sueño es tener una higuera.
¿Cuál es ese momento en el que desconectas del día y que es más ‘cabaña’ para ti?
Entre semana, me gusta esa hora vaga que se da después de haber cumplido con tus obligaciones (como trabajar, ir a la compra o poner una lavadora) y antes de cenar. Suelo tumbarme en el sofá a leer un rato los días que estoy más activa, pero también disfruto mucho del arte de no hacer nada: deambular por mi casa, regar las plantitas, mirar por la ventana, ponerme una mascarilla hidratante o colocar alguna estantería. Es el momento más vacacional que encuentro dentro de las rutinas. Un refugio cotidiano.
¿Qué no podría faltar nunca en tu cabaña?
Libros, por supuesto. Montañas y montañas de libros. A menudo fantaseo mucho con la idea de una vida ermitaña, alejada del mundo (aunque mis seres queridos podrían acercarse cuando quisieran) y tener todo el tiempo del mundo para dar rienda suelta a mis pequeñas obsesiones: ahora quiero leerme todo Dostoyevski, ahora quiero estudiar lingüística, ahora aprender italiano, después, quizás filosofía. Para eso necesitaría una rentita mensual, una cabaña y muchísimas estanterías.
Un libro para leer por la tardes en el porche
En defensa de los ociosos, un ensayito de Robert Louis Stevenson, por si me entra algo de culpabilidad.
¿Qué canción o qué grupo sonaría siempre?
Ninguno, en mi cabaña tendría que escucharse siempre el mar de fondo.
Un hotel cabañil o una cabaña a la que harías una escapada sin dudarlo.
Me encantaría poder pasar un par de noches en la Casa Farnsworth de Mies van der Rohe. Jamás viviría en un espacio en el que estuviera tan expuesta, pero sí viviría la experiencia durante un fin de semana. Creo que la percepción de la propia intimidad debe cambiar por radicalmente si tienes la sensación de poder ser visto, por lo que sería un pequeño experimento: o bien, pensando en quién podría estar tras los cristales, me volvería pudorosa, o con la naturaleza a la vista, sacaría mi lado animal.
Estas han sido mis obsesiones en Instagram este mes:
Y el capricho de diciembre se va a una cabaña en venta en California, consturida en 1973. Fue diseñada por un director de cine y construida durante ocho años, prácticamente a mano y artesanalmente. Está situada cerca de un cañón en el desierto californiano, con lo que disfruta de una privacidad fuera de lo normal y bastante conexión y la magia de Joshua Tree.
Por 1,5 millones de dólares puede ser tuya.
Gracias por leer y disfrutar de un rato de desconexión en tu día. Nos leemos el jueves en una nueva edición de El Club de la cabaña.