El cuestionario cabañil: Adriana Herreros
Adriana es una flâneuse del siglo XXI, sus paseos son una de mis dosis de desconexión de internet.
Hola, saludos desde lo más profundo del bosque.
Esta semana contesta a las preguntas cabañiles Adriana Herreros. Ella es toda una flâneuse del siglo XXI. Una paseante con muchas tablas y que disfruta de ese arte muchas veces perdido) que es caminar y observar alrededor.
La puedes leer en Campo Visual, una de mis newsletters de cabecera. Y conversar con ella sobre caminar es lo mejor. Puedes escuchar esta bonita entrevista con Aimar Bretos de hace unos meses.
¿Tu cabaña perfecta estaría en la montaña o en el mar? ¿Por qué?
Y, ¿por qué elegir? Soy chica con corazón cantábrico así que mi cabaña perfecta estaría siempre en esa cornisa, en un concejo a pie de montaña y a un cuarto de hora del mar. Pero paseando. Un cuarto de hora a pie del olor a espino blanco y a sal. Una cabaña cercana a una pintoresca senda costera algo abrupta y solitaria —rodeada de bosques de helechos— que se desploma por verticales paredes hacia el mar en dramáticos acantilados. Allí descansaría, por fin, mejor.
Explícame un poco cómo sería.
Mi cabaña sería sencilla, incluso, tosca. En madera, pero sin apenas detalles decorativos que despisten ni que requieran de mi atención. Una cabaña perfectamente iluminada para poder dormir con profusión y leer con arrobo. Sí, solo le pido a mi retiro estanterías repletas de libros. Y grandes ventanales que me dejen disfrutar de cada atardecer y de cada tormenta.
¿Cuál es ese momento en el que desconectas del día y que es más ‘cabaña’ para ti?
Tengo facilidad para desconectar, y si las circunstancias vitales no me son especialmente adversas, estar medio bien conmigo misma cualquier día. Pero me apetece salir aquí en defensa de las tardes del domingo como el momento perfecto de la semana para el ensimismamiento y el repliegue. Mi momento cabaña. Desde hace años hago activismo en este sentido y cuido especialmente esas horas de la semana, que no cuentan siempre con la mejor prensa. Yo las consagro a rituales apetecibles y pausados, me reservo para ese momento las mejores lecturas y ninguna obligación. Y me desconecto del afuera (digitalmente también, lo recomiendo), de todo el ruido de la actualidad y de los imperativos sociales. Es mi forma de prepararme lo mejor posible para afrontar la semana, para asegurarme un aterrizaje leve y estar contenta. Me gustan los domingos por la tarde.
¿Qué no podría faltar nunca en tu cabaña?
Libros, libros, libros. Buena luz para la lectura y café. Si comienza el invierno, en el sofá de mi cabaña habrá seguro una manta de mohair de Ezcaray.
Un libro para leer por las tardes en el porche
En tardes largas y perezosas yo recurro siempre a las novelas victorianas. Para mí, felicidad asegurada.
Recomiendo como lectura casi canon la novela de George Eliot (el seudónimo, en realidad, de una mujer, Mary Anne Evans) Middlemarch. Un estudio de una vida en provincias. Una obra coral fascinante.
¿Qué canción o qué grupo sonaría siempre?
En mi cabaña sonarían los discos que estuviera descubriendo en ese momento, y muchas veces seguro, cualquier canción de The Magnetic Fields y el ‘Music for Airports’ de Brian Eno.
Un hotel con espíritu cabañil o una cabaña a la que harías una escapada sin dudarlo.
Al ladito de la playa de Portizuelo, en la villa marinera de Luarca, Asturias —el paseo favorito del Premio Nobel Severo Ochoa— se ubica la Finca de Portizuelo. Ocupa el lugar de una antigua edificación tradicional. Se trata de un alojamiento apartado, silencioso, inmerso en el entorno, con salida única a la playa, y rodeado de árboles, huertas, rebaños y arroyos.
Recuerdo un desayuno sublime, elaborado al momento, y el ruido de las olas del mar. La Playa de Portizuelo, alargada, estrecha y pedregosa, es un Paisaje Protegido de la Costa Occidental; una playa de cantos rodados y de fascinantes formaciones rocosas.
Recuerda que si te apetece, puedes apoyar a El Club de la cabaña haciéndote con una suscripción voluntaria (lo hagas o no, siempre leerás todo el contenido). Y, además, recibirás a cambio las Guías de Escapadas Cabañiles que hasta el 9 de febrero tienen un precio especial. ¡No esperes más!
Soy muy fan de Cheap Old Houses. Tienen un perfil solo dedicado a cottages y cabañas y claro, qué mejor manera de crear necesidades. Esta preciosidad se encuentra en Beitstad, al norte de Noruega en un área cerca del mar que se ve desde la propiedad.
Esta cabaña roja está en un lugar tranquilo (muy idílico) y se vende por tan solo 67.000 dólares. Es cierto que no está conectada a suministros —como casi todas las casas de veraneo en los países nórdicos—, pero las vistas tanto en el interior como en el exterior son preciosas.
Puedes encontrar más aquí.
Qué paz y qué alegría me da la newsletter de Adriana cada vez que llega al mail, así por sorpresa 💜 Y me sumo al club de las fans de los domingos por la tarde!
Ohhhh. Qué honor tan grande aparecer en El club de la cabaña. <3