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Un refugio urbano en Tokio que se inspira en Thoreau y Le Corbusier. La arquitecta rusa de las "cabañas espaciales" de la Guerra Fría. ¡La guía de escapadas cabañiles sigue a un precio especial!
Hola, saludos desde lo más profundo del bosque.
Gracias por la cálida acogida que habéis dado a la Guía de Escapadas Cabañiles. Qué bien que esté gustando y la queráis disfrutar. Incluso me habéis preguntado si se editarán impresas (ojalá, hola patrocinadores). Por si has estado desconectado del mundo en estos días, el martes lancé unas guías en formato digital con alojamientos y cabañas seleccionados en España y Portugal (y próximamente el resto del mundo). Hasta el 9 de febrero tienen un precio especial. Si quieres saber cómo conseguirlas:
Y por cierto, sigo con noticias y planes chulos: este viernes que (por fin) termina enero, el mes más largo del mundo, comienza Artefacto Terrícola, un club de lectura online (seis libros, seis meses) de enero a junio, donde se comentarán y leerán libros para conectarnos con la naturaleza. Este viernes se estrenan, como no podía ser menos, con Walden de Thoreau. Aún quedan plazas si te apetece apuntarte, es un planazo.
Empezamos.
El otro día me acordé de una de mis casas favoritas y que es la definición de cabaña en medio de la ciudad. Tanto por su tamaño como por la desconexión que sientes en su interior. Un registro diferente hoy a modo de tiny home que seguro va a tu lista de este 2025 y que tiene ese toque brutalista que gusta tanto.
El amor infinito por las cosas pequeñas ha dado como resultado Love2 House, una casa de tan solo 18 metros cuadrados en Tokio y diseñado por el arquitecto Takeshi Hosaka. A veces no hace falta mucho espacio para tener un hogar, y en tan solo 18,84 metros cuadrados (un poco más grande que la de Thoreau o Unabomber) se puede crear un refugio totalmente aislado del tumulto de la metrópoli japonesa.
La historia de esta tiny home es muy interesante, ya que es la evolución de la tradicional nagaya, largas viviendas con habitaciones de nueve metros cuadrados donde vivían diferentes familias y que pertenece al periodo Edo. Basándose en esta herencia, sus dueños se plantearon vivir en un espacio reducido que fuera cómodo y funcional, como su guarida secreta entre la selva de asfalto. Y así lo hicieron, inspirados también por Le Cabanon de Le Corbusier, dando practicidad a esa teoría del espacio mínimo habitable.
Está conectada a la naturaleza con el uso de la madera en el interior y los tragaluces que crean mucha luz en el espacio. El techo está compuesto por placas metálicas curvadas fusionadas a diferentes alturas, creando una forma sencilla y orgánica en la vivienda. Los aleros laterales de dichas cubiertas son rectos para mezclarse con el entorno.
La casa está formada por siete paredes que forman el esqueleto principal, y que se separa en tres zonas: comedor, cocina y dormitorio, todo en un mismo sitio pero con intimidad. Esta estructura no solo funciona como sostén de la casa, sino también como un pequeño mueble en el interior, con estanterías o apoyos en la cocina.
La puerta principal —que además ejerce de gran ventana, da a la calle, y es una conexión directa con los vecinos y las personas que caminan, dando sensación de cercanía y confianza. Además, el paseo está rodeado de árboles, que ejercen de jardín improvisado para ellos. Un proyecto diferente y que es cabaña en toda su armonía.
Puedes ver más sobre el proyecto aquí. Y escribí sobre ella hace unos años en AD (parte del texto pertenece al artículo).
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He tenido un flechazo en Tui (Pontevedra. Aloia Nature es un alojamiento forestal y sostenible con cabañas de madera en el corazón del parque natural del Monte Aloia. Si estás empezando a planear tu escapada de Semana Santa o primavera, es el destino perfecto. Cerca de Portugal y con paisajes espectaculares.
Puedes reservar en su web.
Si quieres más alojamientos cabañiles como este de Tui para desconectar de la ciudad, puedes hacerte con la primera guía de escapadas cabañiles de España y Portugal:
Gustav Klimt, Kammer Chateau near Attersee I (1908).
Hoy nos escapamos de las historias de cabañas en bosques y viajamos en el tiempo a la Rusia de la Guerra Fría, a la URSS de la carrera espacial y a la figura de una mujer, arquitecta, que fue clave para ella: Galina Balashova.
Ella fue la persona detrás del diseño interior de las cápsulas Soyuz, la estación Mir y los primeros módulos de la Salyut. En un entorno dominado por la ingeniería y la funcionalidad (y los hombres), Balashova aportó una visión más humana, introduciendo colores suaves, formas ergonómicas e inspiradas en la naturaleza, dando lugar a soluciones espaciales que hacían más habitable la vida en órbita. Su trabajo, aunque poco reconocido durante años, fue fundamental para la carrera espacial rusa.
La principal dificultad de estos proyectos era el de diseñar espacios estrechos en un entorno de ingravidez en el que los cosmonautas no perdieran la comodidad y la sensación de habitar. Ella introdujo el uso del velcro para fijar los objetos y un código de color para diferenciar el suelo —verde— de las paredes —amarillas— y el techo —gris.
“El interior de una nave espacial también es arquitectura, porque la arquitectura es la organización del espacio y su intención es proyectar interiores”.
A pesar de la relevancia de su trabajo, su nombre permaneció en la sombra durante décadas, ya que, como muchos de los ingenieros y diseñadores soviéticos, su labor no era públicamente reconocida. No fue hasta después del colapso de la URSS que su obra comenzó a valorarse y ser conocida en el resto del mundo. En los últimos años, sus dibujos y planos han sido expuestos en museos y reconocidos como una contribución clave a la historia del diseño espacial. Su enfoque demostró que, incluso en la exploración espacial, el diseño y la arquitectura juegan un papel fundamental para configurar espacios mínimos habitables.
Puedes leer más sobre ella aquí y aquí.
Hace poco descubrí en Instagram el perfil de Gonzalo Barrio, un burgalés que creció en una pequeña aldea y que después de vivir en la ciudad, decidió volver a la naturaleza y con 34 años construyó una cabaña en el Valle de Benasque (Pirineos) y se marchó allí a vivir. Cinco años que ha ido relatando en su perfil, con sus dificultades y la simplicidad de una vida tranquila desconectada.
Actualmente, Gonzalo ha comenzado su nueva aventura: una travesía a caballo de 100 dias en la naturaleza salvaje. Una aventura en la Patagonia profunda que puedes ir viendo en Youtube.
En 1973, May Sarton abandonó su casa de Nuevo Hampshire para trasladarse a una casa en la costa de Maine, un lugar solitario salvo en los meses de verano, con el mar, los bosques y los cielos inmensos siempre presentes. En La casa junto al mar cuenta su historia allí, a modo de diario, sobre la soledad, sobre cómo su creatividad renació y empezó un periodo de paz consigo misma y el entorno.
La soledad, como los largos amores, se vuelve más profunda con el tiempo, y confío en que no me falle a medida que mi poder creativo vaya mermando, pues crecer en soledad es un modo de crecer hasta el final.
Si te apetece ver todos los libros ecuerda que puedes acceder a toda la colección de la Biblioteca Walden aquí.
Este domingo vuelve la entrevista cabañil, si te apetece puedes echar un ojo a las anteriores en El cuestionario cabañil. Gracias, una semana más por desconectar del ruido con El Club de la cabaña.