#17
Hola, saludos desde lo más profundo del bosque.
En el número de mayo de la revista Traveler encontraréis la carta de amor más bonita a las cabañas que se ha escrito en los últimos meses. Y os cuento un secreto, he tenido el honor de participar en ella con este club cabañil.
Dice María Fernández en ese maravilloso artículo que las cabañas son el lugar para volver al origen y escucharnos. “La cabaña es refugio, es naturaleza, es idilio, incluso también puede ser grito y terror. Pero es, ante todo, el hogar primitivo, el origen humilde de nuestras casas y el lugar que, cual útero materno, cobija a quienes anhelan silencio –ese sonido blanco que produce la naturaleza– y necesitan soledad, creadores que buscan romper su rutina, desprenderse de lo mundano y evitar la cobertura y el ruido ensordecedor de las interferencias de la tecnología diaria. Una simple choza, una humilde barraca, como arma política”. Id al quiosco ya para disfrutar de esta lectura.
La música de fondo esta semana la pone esta canción de Bryan Ferry, que parece rescatada de un antiguo tocadiscos de principios de siglo XX.
Empezamos.
La cabaña
La cabaña de Longbranch, en el estado de Washington, se construyó inicialmente en 1959 y ha seguido ampliándose desde entonces integrándose en la estructura original; una casa en evolución siempre, según las necesidades de vida y de la propia naturaleza. Ubicada en un imponente bosque de abetos, el arquitecto Jim Olson comenzó a construir esta cabaña cuando tenía 18 años. Desde entonces, ha continuado expandiendo el pequeño refugio convirtiéndolo en retiro privado para la familia que es casi en una escultura entre los árboles.
La madera exterior es oscura y sin tratar, para pasar desapercibida en el entorno y unirse con él (musgo, enredaderas), que es el que debe tener el protagonismo. Además, añade en su construcción tres abetos longevos, formando parte de la vida diaria y transformándola en una casa del árbol lujosa y espectacular.
“Mi amor por la naturaleza y por estar al aire libre me ha llevado a explorar formas de romper las barreras entre el interior y el exterior. Aquí, las rocas dentro de la casa se fusionan visualmente con las rocas colocadas en el exterior para difuminar la línea entre el interior y el exterior”, dice Olson.
Podéis ver más en la web de los arquitectos y conocer un poco en detalle su trabajo de interiorismo.
Aquí, ahora
Via Kassandra Stockton.
Viajar
Coucoo La Réserve se encuentra a una hora y cuarto de París. Un ecosistema de cabañas sostenibles y ecológicas en un entorno natural único en Francia. Rodeadas de estanques, las 14 cabañas se esconden entre los árboles o en la orilla del agua, formando parte del gran pulmón de naturaleza de la zona.
Podéis reservar en su web y cotillear las cabañas con spa.
Curiosidades
Hay un señor llamado Dan Pauly, cuarta generación de artesanos de la madera, que se dedica a construir cabañas propias de cuentos de hadas. The Rustic Way es su proyecto desde hace más de 20 años. Dan utiliza madera reciclada y recuperada de graneros centenarios, tratada de manera cuidadosa y personalizada. Cada casita está hecha a medida meticulosamente y con todo tipo de detalles.
Su respeto por la profesión, la artesanía y mantener viva la cultura maderera ha convertido esta pequeña idea en un referente a nivel mundial. Desde saunas a pequeñas casas de invitados o cobertizos de jardín, la elección es infinita. Ojo, tiene un año y medio de lista de espera para pedir una.
Más info en su web.
#Cabin
El fotógrafo y documentalista Jason Vaughn realizó una serie en 2013 llamada Hide. Recorrió la zona rural de Wisconsin para documentar las casetas altas abandonadas que se utilizaban en el pasado como puestos de caza o refugios nocturnos, haciendo una reflexión sobre el legado y la familia con el paso del tiempo..
Sus fotografías capturan la serenidad y silencio del lugar y de esa tradición, deshaciéndose de su uso para cazadores y realizando un análisis histórico desde el punto de vista de la relación del ser humano con la naturaleza, a través de una costumbre que ya está desapareciendo en el condado.
Más sobre su proyecto en Edelman Gallery.
Biblioteca Walden
Esta semana voy a por un clásico moderno que, además, es uno de mis libros preferidos desde adolescente, escrito por mi autor favorito. El barón rampante de Italo Calvino narra la historia de Cósimo Piovasco, barón de Rondó, que a los 12 años se revela contra su familia durante una comida, se sube a la encina del jardín y decide no volver a bajar nunca. Desde entonces y hasta el final de la historia (y por qué no, y sin spoilers, de su vida), Cósimo vive fiel a su juramento, participando en las invasiones napoleónicas o viajando hasta el sur de España sin bajar de los árboles. Y siempre, con la promesa de mirar el mundo desde ahí, porque se ve diferente, más puro, sin maldad ni traiciones, como se observa desde la naturaleza.
Habré leído esta novela ya varias veces y siempre que la vuelvo a coger, tengo esa sensación completa de respirar y conectar con con la vida al aire libre que a veces nos perdemos.
Lo edita Siruela, y forma parte de la trilogía de fábulas Nuestros antepasados, junto a El vizconde demediado y El caballero inexistente, que, por cierto, también os recomiendo.
Tu casa, tu cabaña
He descubierto Presencia. Cerámicas hechas a mano y con acento campestre. La esencia familiar (el proyecto lo forman una abuela y su nieto) y la tradición son sus bases, creando objetos bellos, prácticos y únicos.
Creaciones llenas de esencia y que juegan con el valor cultural y el rediseño del uso de piezas que forman parte de la historia española, como el botijo-bebedero para mascotas o los espetos de ‘pared’ .
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