#168
Es invierno en el mundo cabañil y lo celebramos con un refugio de montaña en el ártico, una escapada a las auroras boreales finlandesas y la cabaña del escritor de Dylan Thomas en Gales.
Hola, saludos desde lo más profundo del bosque.
Parece que el invierno por fin se deja ver. Para mí, los días soleados de no más de diez grados, con ese aire fino que te corta la piel de la cara, tan despejados que desde la carretera de la costa ves Sierra Nevada blanca, son muy placenteros. Los buenos jerséis de lana, la bufanda, la taza caliente entre mis manos durante un rato es lo más cabañil que existe.
Empezamos.
Quién me iba a decir que estaría a tope con Bad Bunny a estas alturas de la vida y que, encima, iba a tener una canción tan cabañil como para formar parte de nuestra banda sonora semanal. Pero sí, TURiSTA merece la pena escucharla de fondo en esta edición invernal.
Y con este espíritu invernal que invade la semana, qué mejor que una auténtica cabaña de madera entre la nieve.
Ljungdalen es un pequeño pueblo al noreste de Härjedalen (Suecia), donde el bosque se encuentra con las altas montañas. Es la última parada antes de llegar a las cordilleras donde se encuentra el monte Helagsfjällen, uno de los picos más altos al sur del círculo polar ártico. En este espectacular paisaje, dominado por el blanco y el clima extremo, hay una cabaña en el valle que ejerce de casa de vacaciones para una familia numerosa y sus futuras generaciones.
Es una reinterpretación de las casas tradicionales de la zona, que solían estar construidas en madera y paja para pasar desapercibidas entre los árboles y protegerse.
Todos los materiales son locales, reduciendo la huella de carbono del proyecto. El interior está completamente forrada de abeto aserrado, con tablas encoladas y aisladas térmicamente. El revestimiento exterior en la fachada es de madera sin tratar conseguida del corazón (de la parte central) de los troncos de madera de un antiguo pino, muy tradicional en las construcciones vernáculas y cuyo color y textura van variando de manera natural a lo largo del tiempo, oscureciéndose y mimetizándose con el entorno.
La cabaña tiene unos 76 metros cuadrados con una planta alargada a lo largo de la parcela y orientada al suroeste, para mantener al máximo el contacto con la luz solar durante todo el año. Además del espacio abierto con la cocina y el salón y varias habitaciones, cuenta con una sauna sueca perfecta para los meses más fríos. Como curiosidad, la chimenea es una pieza original, trasladada hasta allí, que da ese toque de herencia y calidez al espacio.
Enclavada en la parte occidental de la Laponia finlandesa, The Fell es una cabaña perfecta para disfrutar el invierno de las auroras boreales en Finlandia. Un refugio de 120 metros cuadrados con chimenea, cocina, sauna, bañera… pensado para desconectar y disfrutar.
A mí me tiene conquistadísima la escapada de esta semana.
Puedes ver más y reservar aquí.
Eyvind Earle, Winter Quiet (1980). Serigrafía.
Seguro que te suena esto de Dylan Thomas:
No entres dócilmente en esa buena noche,
Que al final del día debería la vejez arder y delirar;
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.
Curiosamente, estos versos han sido machacados en el cine y la televisión. Hollywood adora ese poema (ese personaje de Michael Caine en Interstellar tan pesado recitando ese Do not go gentle into that good night, Bill Pullman y su versión en Independence Day y otros ejemplos por aquí).
Thomas también hizo sus retiros de escritor en una cabaña situada en Laugharne, Camarthenshire (Gales, Reino Unido). Un pequeño cobertizo de pescadores que convirtió en su espacio seguro donde crear.
La descubrió durante un paseo por la zona en 1943, y fue un auténtico flechazo al ver la choza de las barcas junto a unas rocas casi rompiendo en la orilla de la ría. Fue su hogar los últimos cuatro años de su vida (falleció en 1953 después de una mala borrachera). Se dice, se cuenta, que sus últimas palabras fueron: “he bebido 18 vasos de whisky, creo que es todo un récord”.
El escritor la describió como un cobertizo muy pequeño que por fuera parecía un dibujo infantil de una casa, pero que, por dentro era muy diferente. Con la marea alta, el mar entraba por un agujero del muro, le reventaban las tuberías cada dos por tres, tuvo invasión de ratas… Un cuadro deasstroso de cabaña del escritor, para ser sincera. Sin embargo, a pesar de sus cartas quejándose del tiempo y del desastre de casa, escribió y escribió, y permaneció en ella hasta que la consiguió aborrecer.
En la actualidad la cabaña sigue ahí, casi al borde delagua,a y es santuario para visitantes y seguidores. Aunque lo que ven ya no es del todo real. Tras la muerte de Dylan Thomas, su mujer vendió el mobiliario para pagar las deudas, con lo que ahora, tan solo, encontramos una recreación de su mesa de trabajo, su estufa, sus colillas o cama para descansar.
Dice Gilles A. Tiberghien en Notas sobre la cabaña que los artistas contemporáneos han construido cabañas sin ser cabañistas. Y cierto es, ya que en el mundo del arte, la cabaña ha sido objeto de inspiración.
Él me ha descubierto la obra de Matej kren Idiom, una cabaña / refugio / cubículo construido con libros (Tiberghien también dice que cada una de nuestras bibliotecas es una especie de cabaña, una frase que me tiene totalmente enamorada). Una especie de metáfora de esas historias y del cobijo que, muchas veces, los libros son para cada uno de nosotros.
Puedes leer más sobre su obra en este fantástico blog.
La cabaña aparece sin duda como la raíz pivote de la función de habitar. Es la planta humana más simple, la que no necesita ramificaciones para poder subsistir. Es tan simple que no pertenece ya a los recuerdos, a veces demasiado llenos de imágenes. Pertenece a las leyendas. Es un centro de leyendas.
Estas palabras son de Gaston Bachelard en La poética del espacio. Su reflexión sobre la soledad, los espacios y las imágenes que creamos es maravillosa. Para él, la cabaña es soledad centrada, elegida, el lugar que el ser humano elige como refugio para ser un ermitaño y protegerse.
Puedes encontrarlo en la edición del Fondo de Cultura Económica.
En esas cabañas de escritores posiblemente se escriba mejor o, al menos, se sueña mejor con ser una estupenda escritora. ¡Preciosas cabañas!
Me encanta el refugio de Dylan. Y esa sensación que dices; esos días fríos gélidos con solo también me gustan. Estoy empezando a abrazar el frío. 🧡