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Una tiny home en el paraíso forestal por excelencia de Estados Unidos. Revisamos la figura del arquitecto Andrew Geller y nos escapamos a una cabaña de madera cerca de Biarritz.
Hola, saludos desde lo más profundo del bosque.
He descubierto una palabra que me ha encantado y que se utilizó enormemente a mediados del siglo XX en la cultura americana: Leisurama. El sueño de tener tu propia casa en la playa hecho realidad para la clase trabajadora americana. Casas prefabricadas de pocos metros cuadrados con todo lo necesario para vivir, con bajo mantenimiento y que eran la materialización del sueño americano.
Empezamos.
Esta semana se ha hecho viral en el mundo cabañil esta tiny home. Y claro, como aquí lo que nos gustan son las cabañas, pues también tenía que hablar de ella. Y no porque la haya publicado todo el mundo, sino porque lo merece. Situada en el corazón del estado de Washington, en Mazama, una zona llena de bosques con árboles centenarios, Tinyleaf es una casita emplazada en una colina con vistas espectaculares.
El estudio creativo GO’C se encargó de diseñar una pequeña cabaña de unos 25 metros cuadrados encajada en la ladera de la montaña y que tuviera una mínima huella de carbono para maximizar su relación con el entorno natural. Este refugio está pensado para pasar los veranos y fines de semana y ampliar su uso de ocio en el exterior.
Construida en hormigón, la fachada tiene grandes puertas correderas de cristal que conectan al paisaje y dejan entrar la luz natural. El tejado es plano y se puede acceder, creando una especie de terraza con vistas que además, ayuda a retener la nieve y para mejorar la temperatura en el interior y el aislamiento térmico durante el invierno. Se ha utilizado una paleta de materiales adaptada a los colores y la zona, con madera en los laterales y un toldo de acero, que son resistentes y an envejeciendo junto al bosque.
El interior está pensado para maximizar el espacio de almacenamiento, es abierto y forrado de madera dejando que lo importante, el paisaje, sea el protagonista.
Esta semana viajamos al sur de Francia, muy cerquita de Biarritz, a dos cabañas absolutamente espectaculares. Landifornia Lodge se encuentra en una zona muy boscosa en las Landas, en el entorno de Saint-Martin-de-Hinx y ofrece dos estancias insólitas: la cabaña de estanque y la cabaña del bosque. Los refugios se encuentran construidos entre los árboles, en altura, son de madera y siguen íntegramente una filosofía sostenible y de baja huella. Están pensadas para ese momento de desconexión y vida lenta.
Puedes reservar en su web, aunque tienen casi todo el verano sold out, aún hay huecos que merece la pena buscar.
Andrew Geller fue uno de los arquitectos pioneros en el diseño de las cabañas A-frame (en forma de A). Su punto de vista original a la hora de diseñar casas de vacaciones le ha otorgado un puesto destacado en la historia de la arquitectura. Fue famoso durante la década de los cincuenta y sesenta en Estados Unidos por sus beach houses en las playas de los Hamptons de Nueva York, esa zona de costa donde los ricos veranean.
La casa Reese fue su primera incursión y la que le lanzó al estrellato cabañil, ya que es considerada la pionera del boom de las cabañas en A. Más tarde, llegó la casa Frank, inspirada en las pirámides mayas, o la Langman, en forma de torreón. Incluso se atrevió a darle “la vuelta” a una vivienda creando la Hunt House a finales de 1958, y que salió, como todas las anteriores, en diferentes revistas como Life, The New York Times o Esquire. Se dice que las viviendas que construía eran retratos de sus dueños, y era cierto, intentaba plasmar la personalidad y las necesidades de sus clientes en las cabañas de la playa.
El escritor y amigo personal de Geller, Alastair Gordon, escribió Beach Houses, un libro fantástico (descatalogadísimo y complicado de encontrar) sobre esta aventura. Y puedes leer más, en palabras del propio Gordon, aquí.
Me he enamorado de esta belleza de casa prefabricada, 100% eficiente energéticamente, de madera y superacogedora:
Franz Schrader descubrió su vocación en 1866, cuando de vacaciones en Pau, divisó de madrugada la silueta de los Pirineos y se enamoró inmediatamente de la cordillera. A causa de esta atracción decidió ser geógrafo, senderista, dibujante y pintor, erudito y divulgador, topógrafo y cartógrafo: su vida estuvo centrada en los Pirineos, abordándolos desde todas estas facetas.
En 1897 publicó Qué hace que las montañas sean tan bellas en el club alpino de París, que fue el embrión de la Sociedad de Pintores de Montaña. Un libro de amor por la naturaleza, la geografía y los paisajes.
Publica Olañeta.
Con la semana que llevo, cambiaría sin pensarlo mi apartamento de 25m2 por esa cabaña en medio del bosque para no encontrarme con nadie. Tu newsletter de esta semana me ha devuelto un poco a la vida ♥️
Me encanta esa palabra: ¡Leisurama!