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El combo cabaña+nieve es sinónimo de felicidad. Una escapada a la Galicia más cabañil. Una breve historia sobre los Ice Huts de pescadores, y Cenit, una historia de María Medem para leer este febrero.
Hola, saludos desde lo más profundo del bosque.
La semana pasada, como bien os disteis cuenta algunos, no hubo edición del club. Me encuentro ahogada en una mudanza que se me hace interminable. Aunque ya empiezo a ver la luz entre el caos de cajas, papel de pompitas, polvo de obra y comidas a medio hacer, se hace cuesta arriba porque soy incapaz de ser productiva. Me pasa mucho que necesito un orden excesivo en mi casa para sentir que rindo y trabajo bien; cuando eso no sucede, soy una especie de gusanillo caótico. Que sí, que ya sé que este proceso es una catarsis, pero llevo unas cuantas a mis espaldas (digamos que más de veinte) para gestionarlas con bastante ligereza. Sin embargo, he notado, esta vez, que estoy verdaderamente agotada emocionalmente de tener mi vida en cajas. Hasta escribí sobre ello en El País y probablemente tenga récord de mudanzas en un mismo año también (nueve, para ser exactos). Pero ya todo va cogiendo forma, que es lo bonito de estrenar hogar.
Empezamos.
Las cabañas y la nieve tienen una relación proporcionalmente directa a la felicidad que provocan. No se las puede separar y juntas, crean el espectáculo perfecto para los amantes de este mundo. De eso no hay duda. Hoy, os traigo una de esas que es perfecta en todos los sentidos, que conecta con la naturaleza y, a la vez, desconecta de la ciudad. Una de esas, perfecta también, para dejarlo todo durante un tiempo y solo pensar en leer un buen libro junto a su chimenea.
En la estación de esquí de Mosetertoppen, en Noruega, se encuentra una de las cabañas con las que llevo días soñando. Es como si formara parte del catálogo perfecto de refugios escandi para el bosque y la nieve. Con vistas espectaculares, esta casita rural es un alojamiento para montañeros y esquiadores.
Revestida de madera tanto en el interior como en el exterior, es totalmente acogedora. Pero la verdadera protagonista de esta cabañita es su chimenea central de hormigón y piedra, en contraste a todos los materiales naturales, que calienta por completo toda el área social de la vivienda.
Se construyó en 2013 y ha aparecido en varias revistas de decoración noruegas, y no me extraña. Un pequeño sueño cabañil en el que, si quieres, te puedes alojar y que me tiene totalmente obsesionada.
Mi amiga Ana estuvo hace unos meses en una cabaña en Galicia de la que me enamoré al instante. Y claro, como para no hacerlo. Casa Maceira es una oda a la cultura cabañil, llena de diseño e inspiración nórdica, con una arquitectura muy cuidada y llena de detalles. Se encuentra muy cerquita de la frontera con Portugal y tiene vistas y un paisaje espectaculares. Puedes dormir en la cabaña o en las habitaciones que tienen en el pequeño alojamiento.
Todo un lujo para un fin de semana de desconexión. Puedes reservar aquí.
Tamara de Lempicka, Saint-Moritz (1929). Óleo sobre lienzo.
Siempre me han llenado de curiosidad los refugios para los pescadores de hielo. Algunos incluso viven ahí durante la temporada, lo que me parece toda una aventura. El fotógrafo Richard Johnson las ha fotografiado y recopilado en un proyecto muy chulo llamado Ice Huts.
Estas cabañas de hielo existen desde hace generaciones en casi todas las culturas del norte del planeta; a raíz de esto, he encontrado este documental sobre las mujeres pescadoras en lagos congelados y las brutales condiciones en las que trabajan.
Lo leí en uno de mis blogs / tiendas favoritas, Present & Correct.
Todo un lujo de desconexión esta minicabaña junto a un lago en Brasil. Es autosuficiente y autónoma. Se construyó desde un punto de vista sostenible, pensando en la menor huella de carbono posible. La estructura es de acero ligero y está protegida contra los cambios del tiempo.
Me gusta mucho María Medem, la tranquilidad que me provocan sus ilustraciones y sus historias pausadas. Recomendé en su día Por culpa de una flor, editado por Apa Apa Cómics y Blackie Books. Y ahora, vuelvo para compartir la que fue su primera novela gráfica, Cenit, con una edición especial de quinto aniversario. Una delicia para la lectura y la vista.
Edita Apa Apa Cómics.
Ahora que mi vida es amueblar una casa y estrenar, tengo que compartir mi última adquisición. Me suena que en algún momento ha salido por aquí, pero siempre es una buena excusa poner caprichos de HAY que, por una vez, nos podemos permitir.
Esta chimenea en miniatura está diseñada por el japonés Ryosuke Fukusada y el diseñador portugués Rui Pereira, y es nada más y nada menos que un difusor de aromas que se llama Chim Chim (ese recuerdo a la famosa canción de Mary Poppins). Fantástica para poner unas gotas de eucalipto, lavanda o lemongrass y crear un ambiente cabañil en cualquier estancia de tu casa. Está fabricado en porcelana y está disponible en tres colores.
En España puedes comprarlo en Castro Seis.
Algunas notas de la edición de hoy:
La imagen de portada es una de mis casas favoritas de Corea. Ver pasar las estaciones en esa ventana llena de libros es todo un placer.
Adiós Amores tocan este año en el Canela, el mejor festival del mundo y del verano (no soy objetiva, lo montan mis amigos, pero sí, es el mejor, porque ¿quién no iría a un festival en el que hay 5000 personas disfrazadas y bailando?). Ya lo conté hace unos meses en Vogue.
No sé qué me gusta más de esa foto de portada: si las vistas o la casa hasta los topes de libros.
Por favor...esa foto de portada....